martes, 12 de abril de 2011

el estres y la gran rueda de la maquinaria social


Los suaves rayos de luz del amanecer, el rocío de la mañana, el sonido cautivador del bosque, el frescor del atardecer, las luces del pueblo en la montaña…

Estas cosas nos gustan, nos relajan y, sin embargo, estamos “muy ocupados” para detenemos algún instante a observarlas o a experimentarlas.

Entramos en la gran rueda de la maquinaria social y avanzamos a duras penas, sin prestar ninguna atención a lo que nos rodea. Inmersos en nuestras preocupaciones y problemas, somos conscientes de que hemos perdido el control de muchos de nuestros propios hilos.

Entonces confiamos en algún golpe de suerte, en que las cosas que nos rodean simplemente se alineen solas.

Pero raramente lo hacen.

Cuando quisiste echar un vistazo hacia fuera de la rueda, alguien te dijo lo peligroso que era o incluso alguien pudo haberte arrastrado con fuerza hacia dentro otra vez.

Y, apáticamente, estuviste de acuerdo en que lo más correcto era fingir que ya no querías salir de la rueda y dejar que otros siguieran manejando algunos de tus hilos.

Bueno, tú tienes una muy buena herramienta que puedes usar para poner un poco más de orden en tu vida.

Con ella, puedes volver a agarrar con determinación esos hilos de tu vida.

Con ella, puedes hacer que nadie ose siquiera intentar impedirte que salgas de la rueda.

Con ella, podrías hacer que tus superiores dejaran de pincharte, que tus subordinados se pusieran realmente a trabajar, que en tu familia reinase la comprensión y que en tu comunidad y en tu vida existiese un poco más de armonía.

Esa herramienta es la buena comunicación.

No hace falta ponerse fuera de sí y gritar como un loco, o bien callarse “por no discutir” o “por tener la fiesta en paz”. Puedes simplemente hacer que otros te escuchen y comunicarles lo que crees que deberían ser las cosas y llegar a todo tipo de acuerdos.

Como ejemplo, nos encontramos en repetidas ocasiones con personas a las que les entusiasma nuestro producto y nuestra oportunidad de negocio, y sus parejas se oponen violentamente a que sigan adelante. En un gran porcentaje, este problema se podría solucionar con buena comunicación; no se trata de convencerles de lo bueno que es esto o aquello, sino de conseguir llegar a un acuerdo de respeto a lo que uno mismo ha decidido hacer con una parte de su tiempo.

Es muy sencillo. 

Lo difícil es vivir sin espacio para uno mismo y teniendo a otras personas tirando de ti de un sitio para otro.

Así que no dejes que otros dirijan tu vida y pide, con buena comunicación, que respeten tu espacio y tus decisiones.

Y si crees que debes ir a explorar el Himalaya y que no dañas a nadie al hacerlo, prepara tu mochila, comunícate con los que debas, y sal de la jodida rueda.

Y volverás a percibir con todo su esplendor el rocío de la mañana.