jueves, 22 de septiembre de 2011

¿Por qué el abuelo que no tiene estres?


Hoy se marcha el abuelo.

Cada mañana yo me levantaba a las 8 de la mañana, salía al patio de la casa con el café y las tostadas, y ya se escuchaba el rugir de la lijadora eléctrica. Era él. ¡Cómo no! Con su mono azul arremangado, espátula en bolsillo trasero, y tragando polvo a paladas.

76 años; “ahí es ná”.

Si ya no escuchabas la lijadora, lo buscabas y lo podías encontrar subido en lo más alto de una largísima escalera dando brochazos a ventanas de madera, o reparando molduras en los ventanales del salón, o arreglando un aspersor, o descuartizando algún juguete roto de las nietas para volverlo a hacer funcionar. Siempre estaba arganeando.

76 años. ¿Lo he dicho?

Mientras yo me entretenía en otros quehaceres se hacía la hora de comer y ahí estaba él, cucharón en mano, ayudando a su esposa, delicada por un antiguo accidente, a preparar la comida. Cambiaba de oficio en un momento: carpintero, pintor, mecánico, cocinero… Mientras comíamos en el patio, andaba a garrotazos con las moscas y avispas que osaban venir a molestar a “la abuela” y, al terminar, se levantaba como un rayo a preparar el café.
Para entonces el calor apretaba sobremanera y yo me retiraba a estudiar “Los Fundamentos” o a escribir alguna cosilla y demás y, cuando bajaba un poco el sol, ya estaba otra vez con la escalera en la mano.

Una tarde lo encontré con su esposa limpiando todos los ventanales de la casa.

Otra, había sacado toda la leña de una esquina y la había colocado en otro hueco a conciencia, con bloques de pino que apenas puedo yo levantarlos, dejando todo como la patena.

Y otra había cortado toda la hiedra y arreglado el jardín.

Y ya bien entrada la tarde es cuando suele aparecer su hija con las nietas.

Estudia con ellas, ayuda a acostarlas y les cuenta cuentos para que duerman.

76 años.

Duerme poco más de 3 horas, fuma como un carretero y cuenta buenos chistes.

"Mañana voy a hacer esto y aquello; tengo que bajar al pueblo a comprar tal y tal, y así después me meto con eso otro".

Impresionante.

Estos son “los abuelos” que han venido a pasar unos días con las nietas.

La nieta pequeña le regaló ayer un dibujo; en él había pintado un hombre delgado con un mono de trabajo, una brocha en una mano, y un cubo de pintura en la otra. Encima del dibujo ponía: abuelo.

Y hoy, justo antes de marchar, estaba frotando la grasa de “los fuegos” de una cocina de gas.

¡Hasta el último momento!

Con todo esto quiero transmitir varios mensajes.

¿Estás estresado? Produce; haz algo productivo. Mueve el culo.

¿Ansiedad? Produce.

¿Cansancio? Produce.

Como dice un gran filósofo, “la moral se eleva a grandes alturas por medio de la producción”

Si te pones de acuerdo con “la edad”, “la enfermedad”, “la crisis”, “los dolores”, etc., eso es lo que vas a tener. Una buena salida es ponerte creativo, llevar la televisión al trastero y levantar el trasero del sofá.

Este artículo se lo dedico a toda esa generación de abuelos que mantienen firmes sus ideales productivos y de ayuda incondicional hacia los suyos.

Ojala no los perdamos nosotros nunca.




domingo, 5 de junio de 2011

Una crítica a la televisión. El estres

Supongo que si alguien ajeno a nuestra sociedad se sentara delante de un televisor y analizara qué tipo de programas se emiten en las diferentes cadenas, tendría un buen indicador de cómo está moral y anímicamente esa sociedad. Si además contáramos con el dato del índice de audiencia de cada programa, nuestra evaluación sería aún más fiable.
La primera sensación que tendría “ese alguien” sería probablemente nauseas.

Yo divido la programación en cinco grandes grupos, sin contar con la emisión de películas o series, o eventos deportivos.

El primero serían programas educativos, de juegos y entretenimiento (cocina, bricolaje, documentales, juegos de ruletas de fortuna, concursos, etc.). ¿Qué buscan? Entretener, divertir, educar… Aquí le damos una puntuación muy favorable a la televisión.

El segundo son un tipo de programas aparentemente agradables y entretenidos, pero que alternan alguna buena noticia con noticias desagradables y en donde siempre aparecen “expertos” que imponen sus puntos de vista. Suelen aparecer por la mañana, o a media tarde, y buscan un público de una edad media o avanzada.

Aquí es donde encuentras conversaciones sobre “un futuro negro” a causa de la crisis.

Aquí es donde te muestran qué desgracias les han sucedido a otros y en donde te demuestran que la próxima víctima puedes ser tú. 

Aquí te dicen amablemente qué debes comer, mientras aplastan a alguna gran compañía que puede que tenga excelentes productos.

Aquí, en definitiva, te van educando en “qué pensar” acerca de las cosas.

¿Qué buscan? Bajo una máscara de simpatía, de “ayuda”, de amistad, buscan crear miedo, inseguridad, y te llevan hacia un “ponerte de acuerdo con lo que digan”. 

Entonces la gente pone alarmas costosas en su casa porque les da la impresión de que la próxima casa que los cacos visiten va a ser la suya, o ya nunca más pasean por el parque de noche porque la tele ha dicho... MIEDO.

Entonces la gente no toca sus ahorros porque, ya sabes, hay crisis: lo ha dicho la televisión. INSEGURIDAD.

O incluso la gente deja de hacer esa terapia que le iba tan bien, o deja de tomar ese producto que le estaba ayudando tanto, porque  la tele, la que todo lo sabe, la que siempre vela por el bienestar, por medio de un prestigioso “EXPERTO” con bata blanca, ha dicho que eso es malo. MIEDO.

El tercer grupo busca un público más joven con programas emitidos por la noche, y en donde se promueven subrepticiamente cambios del ser humano hacia “MAYORES LIBERTADES”. Las drogas dejan de parecer tan malas, el “amor libre” parece cobrar sentido y cualquier desaliñado puede subirse por un tiempo al carro de la fama por inventar alguna canción absurda, por ponerse hasta las trancas de coca o por haberse tatuado un misil con una flor en su sexo.

Reflejo de una sociedad en decadencia, cuyos valores morales se pierden a gran velocidad.

NO LE ESTOY ECHANDO LA CULPA A LA TELEVISIÓN. Los programas son el reflejo del público que los ve.

El cuarto grupo, ¡cómo no!, los programas del corazón. ¡Sin comentarios!, excepto que muchas de sus noticias empiezan por “se dice”, “hay rumores”. Imaginen el nivel de verdad que pueden tener noticias que empiezan con esa frase. 

Pero bueno, al menos entretienen a una clase ociosa que ya ha olvidado que una vez tuvo metas e ilusiones.

Y llegamos al quinto y último, al más dañino, al más destructivo. Además, llega a todo el público: las noticias

Primero. Hay una gran diferencia entre estar informado acerca de lo que ocurre en tu ciudad, país, o planeta y entre estar continuamente bombardeado por noticias de guerra, asesinatos, delincuencia, catástrofes, más asesinatos, más guerra y destrucción y destrucción. Alguien llega feliz de su trabajo, se sienta a comer y enchufa el televisor y “un bebé aparece muerto en un contenedor” “dos muertos en un choque frontal”… Cuando va por el postre su sonrisa se le ha marchitado para todo el día.

Segundo. Gracias a internet sabemos que algunas noticias pueden ser muy promovidas y otras pueden ser filtradas o “ligeramente” manipuladas. Como ejemplo, inventas una supuesta epidemia y la promocionas, la promocionas, la promocionas, un muerto aquí, otro allá, miedo, miedo, miedo, y te embolsas unos cuantos millones de dólares.


Y tercero. Luego te entretienen un poco con los deportes y el tiempo, y así justifican todo su trabajo de informarte, sin que apenas te des cuenta de que te han llenado la cabeza de caos y miedo.

Y eso cada día, siempre, en la misma dirección.

¿Que ha habido hoy un accidente de circulación? ¿Cuántos millones de coches han circulado hoy en nuestro país? En relación a eso, ¿a qué tanto por ciento equivale? 0,000000… Cuando ves estas noticias, parece PELIGROSO conducir. ¿Te das cuenta? Bueno, aplícalo con otras noticias similares (violencia de género, robos,...).



En resumen.

Podemos frenar que se nos empuje hacia abajo evitando ver algunos programas televisivos; el índice de audiencia caería y buscarían métodos más constructivos de entretener al público.

martes, 12 de abril de 2011

el estres y la gran rueda de la maquinaria social


Los suaves rayos de luz del amanecer, el rocío de la mañana, el sonido cautivador del bosque, el frescor del atardecer, las luces del pueblo en la montaña…

Estas cosas nos gustan, nos relajan y, sin embargo, estamos “muy ocupados” para detenemos algún instante a observarlas o a experimentarlas.

Entramos en la gran rueda de la maquinaria social y avanzamos a duras penas, sin prestar ninguna atención a lo que nos rodea. Inmersos en nuestras preocupaciones y problemas, somos conscientes de que hemos perdido el control de muchos de nuestros propios hilos.

Entonces confiamos en algún golpe de suerte, en que las cosas que nos rodean simplemente se alineen solas.

Pero raramente lo hacen.

Cuando quisiste echar un vistazo hacia fuera de la rueda, alguien te dijo lo peligroso que era o incluso alguien pudo haberte arrastrado con fuerza hacia dentro otra vez.

Y, apáticamente, estuviste de acuerdo en que lo más correcto era fingir que ya no querías salir de la rueda y dejar que otros siguieran manejando algunos de tus hilos.

Bueno, tú tienes una muy buena herramienta que puedes usar para poner un poco más de orden en tu vida.

Con ella, puedes volver a agarrar con determinación esos hilos de tu vida.

Con ella, puedes hacer que nadie ose siquiera intentar impedirte que salgas de la rueda.

Con ella, podrías hacer que tus superiores dejaran de pincharte, que tus subordinados se pusieran realmente a trabajar, que en tu familia reinase la comprensión y que en tu comunidad y en tu vida existiese un poco más de armonía.

Esa herramienta es la buena comunicación.

No hace falta ponerse fuera de sí y gritar como un loco, o bien callarse “por no discutir” o “por tener la fiesta en paz”. Puedes simplemente hacer que otros te escuchen y comunicarles lo que crees que deberían ser las cosas y llegar a todo tipo de acuerdos.

Como ejemplo, nos encontramos en repetidas ocasiones con personas a las que les entusiasma nuestro producto y nuestra oportunidad de negocio, y sus parejas se oponen violentamente a que sigan adelante. En un gran porcentaje, este problema se podría solucionar con buena comunicación; no se trata de convencerles de lo bueno que es esto o aquello, sino de conseguir llegar a un acuerdo de respeto a lo que uno mismo ha decidido hacer con una parte de su tiempo.

Es muy sencillo. 

Lo difícil es vivir sin espacio para uno mismo y teniendo a otras personas tirando de ti de un sitio para otro.

Así que no dejes que otros dirijan tu vida y pide, con buena comunicación, que respeten tu espacio y tus decisiones.

Y si crees que debes ir a explorar el Himalaya y que no dañas a nadie al hacerlo, prepara tu mochila, comunícate con los que debas, y sal de la jodida rueda.

Y volverás a percibir con todo su esplendor el rocío de la mañana.

domingo, 13 de marzo de 2011

soluciones para el estres

 

Un buen amigo, piloto de helicópteros de combate, apareció un día en una cafetería de Madrid con varias partes de su cabeza sin pelo; parecía que nunca había habido pelo en esas zonas.
Me dijo que los médicos le habían dicho que era a causa de estres. 

Y eso era todo.

El estres.

En otro artículo pasado describí la importancia del entorno de la persona como causante del estres.

¿Qué le ocurría exactamente a mi amigo? ¿Qué era lo que le estaba causando ponerse así?

Bueno, aparentemente era el riesgo diario de su trabajo, sus vuelos nocturnos de combate, sus misiones de riesgo en el extranjero…

Aparentemente.

Pero si él decidió en su día tener esa profesión, si él se convirtió en un gran piloto con muchas horas de vuelo y si él disfrutaba en un principio del riesgo y de la aventura de su trabajo, ¿qué había cambiado?

La película Rocky III es un buen ejemplo. 


Rocky era un buen boxeador y disfrutaba de su deporte, aunque le pusieran de vez en cuando la cara como un botijo. Sin embargo, su esposa sintió miedo del asunto e intentó convencerle día tras día de lo peligroso que era boxear y de que no podría hacerle frente al potente boxeador con el que le tocaba enfrentarse.
Y Rocky, mientras se entrenaba, no sabía ni lo que andaba haciendo. Estaba completamente en efecto de esta situación. 

Y aquí es donde se te caen trozos de pelo de tu cabeza.

Aquí es donde se desarreglan los sistemas simpático y parasimpático.

Quieres hacer algo y lo haces, y todo marcha bien; pero un buen día alguien te convence de que no deberías estar haciendo eso.
Pum.

-Doctor, doctor. Me han salido sarpullidos por todo el cuerpo.
-Es estres muchacho. Date esta crema anti-sarpullidos.

Bueno, quizás se te vayan, pero no tardarás mucho en desarrollar alguna otra cosa en tu cuerpo si no cambias nada de la situación que te provoca eso.

La magia del parche AEON es que detiene el terrible impacto que el estres le causa al cuerpo. Usas el parche y el sistema nervioso autónomo se regula, se equilibra; el cuerpo ya no sufre.
Y eso, demostrado científicamente con numerosos estudios, ¡es la leche!

Bueno, mi amigo hoy en día trabaja en una empresa civil como piloto de helicópteros y supongo que le habrá crecido el pelo, aunque quizás lo óptimo habría sido hacer que su novia estuviese de acuerdo con respetar su profesión y dejarle ser piloto de combate, si realmente fuese eso lo que quería hacer.

Y la esposa de Rocky Balboa se dio cuenta de lo importante que era para él el boxeo, y le animó a que ganase. Y, como suele ocurrir en las películas americanas, Rocky le pateó el culo y acabaron todos abrazándose entre banderas americanas.




domingo, 6 de marzo de 2011

el estres en la carretera




Sabemos que hay muchos factores en la conducción que provocan estres, especialmente las retenciones inesperadas o el comportamiento egoísta y agresivo de algunos conductores.

Pero a mí hay una cosa que me estresa por encima de todo.

Vas distraído, pensando en tus cosas, tranquilo, a una marcha completamente normal, y entonces te das cuenta de que estás yendo a una velocidad superior a lo que marcan las señales de tráfico.
Así que sueltas el pedal del acelerador mientras se te cae una lágrima viendo la impresionante recta que tienes delante de ti y comienzas a ir a la velocidad marcada; los camiones te adelantan (quien no haya tenido esta experiencia, que vaya a circular por ejemplo por la circunvalación de Logroño), y los pasajeros de los autobuses te miran de soslayo cuando te sobrepasan.

Entonces te enfadas y aprietas el acelerador.

Pero el radar puede estar al acecho, atento, enmascarado en cualquier vehículo.


Y calculas mentalmente la multa que te van a endiñar según a la velocidad que vas.

Y frenas: no está el horno para bollos.

Así que te vuelven a adelantar los mismos camiones, y encima te pegan un pitido cojonudo.

Y te estresas. ¡Vaya si te estresas!

En fin. Creo que la mayoría confiamos en nosotros mismos como buenos conductores y que somos lo suficientemente responsables como para disfrutar de la conducción poniéndole al coche la velocidad que creemos que es correcta.
Son los que están menos alerta por cuestiones como las drogas, el alcohol o una marcada condición de estres los que no deberían conducir.
Son los irresponsables que circulan a altas velocidades por las ciudades poniéndonos en peligro, los que tampoco deberían conducir.
Y son los que tienen inseguridad en su propio control del vehículo los que deberían ir despacio


Todos ellos son los que causan accidentes.

Nuestra mente es una máquina perfecta cuando está en buen estado; tiene en cuenta la calzada, las condiciones meteorológicas, la estabilidad del vehículo…, y calcula una velocidad adecuada sin poner en peligro el pellejo de uno y el de los demás.
Pero esa velocidad idónea no está de acuerdo con unas señales circulares que hay por las carreteras.

Un gran filósofo dijo una vez que una de las reglas para ser feliz es ser capaz de experimentar cualquier cosa.
Y este es el remedio que te doy en este artículo para el estres y la ansiedad.

Cuando circules a 110 km/h en una autopista con cientos de kilómetros en línea recta,
o cuando te encuentres con un atasco inesperado que te va a hacer llegar tarde,
o cuando  se te ponga pegado a tu culo un vehículo deportivo con un joven conductor lleno de pendientes y piercings, y que apenas llega a los pedales, y después te adelante aprovechando el hueco que dejas al respetar tu distancia de seguridad,
o cuando no encuentres aparcamiento por el centro, 

TIENES QUE SER CAPAZ DE EXPERIMENTARLO.

Y no llegarás a casa con estres. 

No puedo acabar sin promocionar los parches AEON, específicos para el estres y fruto de numerosos estudios científicos. Pincha aquí para informarte.